jueves, 16 de enero de 2014

Entre los colores

En el centro del desorden un borrador bebé se ha perdido. El lugar es tan oscuro que los cúmulos de libros con suerte hacen sombra. El borrador está debajo de un cuaderno. El cuaderno perteneció a Chico, un niño  al que le gustaba sacarse los mocos de las narices para limpiarse con la cara de otros niños. También los golpeaba  en la barriga. Chico era malo. Su cuaderno estaba lleno de dibujos. Chico utilizaba muchos colores porque le quitaba sus crayolas al hijo del señor de la librería. Dibujaba animales y formas extrañas que hacían que el sicólogo meneara su cabeza diciendo "Aquí hay un problema, señora". La cubierta del cuaderno estaba rota y muy sucia. El borrador bebé dormía. A su alrededor el cuaderno de Chico, abierto por la mitad, había formado una carpa. Un circo. El borrador despertó rodeado de colores. Muy cerca de él el dibujo de una cabra con cuernos enormes abarcaban una página. Estaba pintada de color azul, negro, amarillo y no tenía ojos. Alzó la mirada y desde las comisuras en el centro pudo ver dibujadas siete estrellas dibujadas con crayón negro. Era un cielo de papel. El pequeño borrador abrazó con alegría a la cabra de colores y repasó entusiasmado sus bordes. Luego se acercó a lo que parecía una roca, una rueda o una pelota con manchas. Dio muchas vueltas. Finalmente, con muchos saltos alcanzó a tocar cada una de las estrellas. Sintió la emoción y el calor de la alegría.
De pronto se dio una vuelta. Y otra. Era tan raro. ¿Por qué? Inclinó su cabeza y frente a la perplejidad asumió la pena. No había cabra de cuernos largos, ni una piedra con forma de rueda o pelota con manchas. Nada. El borrador bebé se dio cuenta de que era un borrador.
No se dio cuenta de que el cuaderno se levantaba, una inmensa mano lo cogía. Luego lo sujetó a él y una fuerza extraña lo hizo bailar. Así, el pequeño borrador fue a corregir uno de los errores de Chico.