sábado, 26 de noviembre de 2011

Tarn

En las tardes trabajo sobre el ritmo del sol, flotando como si saltara para toda la vida, al menos por un rato, sin temor sin pensar siquiera que existe la tierra.
Y grito como si mi garganta enrojeciera de miedo. Y el ritmo del sol asoma en mis oídos, murmura el final del tiempo, y yo aplaudo desde adentro.

Y la euforia se rasca los ojos para verte.

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Soy el hombre ventana. Que llora como luciérnaga, que gime como mosca. Veo pasar un coro de niños a través del ritmo de las trompetas y me escondo detrás de la música para no verlos. Me averguenzan. Pero persisten con la levedad de las sombras en otoño. Y yo no entiendo. Vivo en una casa lejos del humo de palabras. Negociarán mi vida..