En las tardes trabajo sobre el ritmo del sol, flotando como si saltara para toda la vida, al menos por un rato, sin temor sin pensar siquiera que existe la tierra.
Y grito como si mi garganta enrojeciera de miedo. Y el ritmo del sol asoma en mis oídos, murmura el final del tiempo, y yo aplaudo desde adentro.
Y la euforia se rasca los ojos para verte.